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miró con ojos brillantes a Elric. Lanzó entonces un grito agudo y repelente.
 �Aullad a mi alrededor, perros!  exclamó escupiendo las palabras ,
pero Mirath y T'aargano ser�n vengados por la muerte de su sacerdote y la
devastación de su templo..., hab�is tra�do aqu� el fuego, pero por el fuego
morir�is.  Y se�alando a Elric con el mu�ón a�adió : Y t�..., t� eres un traidor
y lo has sido en muchas causas, lo veo escrito en ti. Aunque ahora... eres...  El
sacerdote hizo una pausa para tomar aliento.
Elric se humedeció los labios con la lengua.
 Soy lo que soy  dijo . Y t� no eres m�s que un viejo que pronto va a
morir. Tus dioses no pueden da�arnos, porque no les tenemos ning�n respeto.
�Y no pienso escuchar m�s tus divagaciones seniles!
En el rostro del anciano sacerdote se reflejaba el conocimiento de los
tormentos pasados y de los que le esperaban. Dio la impresión de estar
meditando sobre ello y permaneció callado.
 Ahórrate el resuello para gritar  le dijo Terarn Gashtek al sacerdote.
 Portador del Fuego, es de mal augurio matar a un sacerdote  le recordó
Elric.
 Amigo m�o, me parece que eres d�bil de estómago. No temas, si lo
sacrificamos a nuestros dioses, sólo puede traernos buena suerte.
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Elric se alejó. Cuando entró en la casa, un grito agónico surcó la noche,
seguido de una risa que no ten�a nada de agradable.
M�s tarde, mientras las casas ardientes continuaban iluminando la noche,
Elric y Moonglum, llevando a hombros unos pesados sacos y sujetando una
mujer cada uno, avanzaron hasta el borde del campamento fingi�ndose
borrachos. Moonglum dejó los sacos y a las mujeres en compa��a de Elric y
regresó para volver poco despu�s con tres caballos.
Abrieron los sacos para que salieran los ni�os y observaron en silencio
como las mujeres montaban a caballo y ayudaban a los ni�os a subirse tambi�n.
Luego partieron al galope.
 Esta misma noche  dijo Elric, despiadado hemos de poner en
pr�ctica nuestro plan, tanto si el mensajero ha avisado a Dyvid Slorm como si
no. No soportar�a tener que presenciar otra matanza como la de hoy.
Terarn Gashtek hab�a bebido hasta perder el conocimiento. Yac�a
despatarrado en la estancia de una de las casas que se hab�an salvado del incendio.
Elric y Moonglum se le acercaron sigilosamente. Mientras Elric vigilaba que no
entrase nadie, Moonglum se arrodilló junto al jefe b�rbaro y, con dedos ligeros y
extremo cuidado, buscó entre los pliegues de la ropa del nombre. Sonrió
satisfecho cuando sacó al gato, que no dejaba de menearse; en su lugar dejó
una piel de conejo rellena de paja que hab�a preparado de antemano con tal fin.
Sujetando con fuerza al felino, se incorporó y le hizo una se�a a Elric. Los dos salieron
cautelosamente de la casa y atravesaron el caos del campamento.
 He averiguado que Drinij Bara est� en el carro grande  le informó Elric a
su amigo . Date prisa, el mayor peligro ha pasado.
 Cuando el gato y Drinij Bara hayan intercambiado su sangre y el hechicero
haya recuperado su alma, �qu� pasar�, Elric?
 inquirió Moonglum.
 Nuestros poderes combinados quiz� logren contener a los b�rbaros, pero...
 se interrumpió al ver que un nutrido grupo de guerreros se acercaba a ellos.
 Es el occidental y su peque�o amigo  rió uno de ellos . �Adonde vais,
camaradas?
Elric advirtió de inmediato que la matanza de aquel d�a no hab�a saciado por
completo su sed de sangre, y que buscaban pelea.
 A ninguna parte en especial  repuso. Los b�rbaros les rodearon.
 Hemos o�do muchas historias sobre tu espada, extranjero  dijo el
portavoz del grupo con una sonrisa socarrona , y me gustar�a compararla con un
arma de verdad.  Sacó la cimitarra del cinturón . �Qu� me dices?
 Preferir�a ahorrarte la experiencia  repuso Elric fr�amente.
 Muy generoso..., pero a m� me gustar�a que aceptaras la invitación.
 D�janos pasar  le ordenó Moonglum. Los rostros de los b�rbaros se
crisparon y el jefe del grupo dijo:
 �Es as� como le hablas a los conquistadores del mundo? Moonglum dio un
paso atr�s y desenvainó la espada, mientras el gato se debat�a en su mano izquierda.
 Ser� mejor que acabemos con esto  le dijo Elric a su amigo.
Desenvainó la espada r�nica. El acero entonó una melod�a suave y
burlona; al o�rla, los b�rbaros quedaron desconcertados.
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 �Y bien?  inquirió Elric, manteniendo enhiesta su espada. El b�rbaro
que lo hab�a retado no parec�a muy seguro de lo que deb�a hacer. Despu�s, se
obligó a gritar:
 El acero limpio puede soportar cualquier brujer�a  y se abalanzó
sobre el albino.
Agradecido por aquella nueva oportunidad de vengarse, Elric paró el
embate, empujó hacia atr�s la cimitarra y lanzó una estocada que rajó al
nombre en el torso, por encima de la cadera. El b�rbaro profirió un grito y cayó
muerto. Moonglum, enzarzado en duelo con un par de hombres, mató a uno
de ellos; pero el otro se abalanzó sobre �l y en uno de sus lances hirió al
peque�o oriental en el hombro. Moonglum aulló y dejó caer al gato. Elric
intervino y eliminó al contrincante de Moonglum; Tormentosa entonó entonces
una endecha triunfal. El resto de los b�rbaros se dieron media vuelta y echaron
a correr.
 �Qu� gravedad reviste tu herida?  inquirió Elric resollando;
Moonglum no le contestó, se hincó de rodillas y se puso a buscar en la
oscuridad.
 Date prisa, Elric... �Ves al gato?, lo solt� cuando luchaba. Si lo
perdemos... es nuestro fin.
Presas del frenes�, comenzaron a buscar por el campamento.
Pero nada lograron, pues el gato, con la destreza propia de su especie,
se hab�a ocultado.
Momentos despu�s, de la casa ocupada por Terarn Gashtek les llegó el
sonido de un altercado.
 �Ha descubierto que le han robado el gato!  exclamó Moonglum . �Qu�
hacemos ahora?
 No lo s�..., seguir buscando y esperar que no sospeche de nosotros.
Continuaron la b�squeda sin ning�n resultado. Mientras lo hac�an, se
les acercaron varios b�rbaros. Uno de ellos les anunció:
 Nuestro jefe quiere hablar con vosotros.
 �Por qu�?
 Os lo dir� �l mismo. Andando.
A rega�adientes siguieron a los b�rbaros, que los condujeron ante el
enfurecido Terarn Gashtek. El Portador del Fuego aferraba la piel de conejo rellena
en una mano que m�s bien parec�a una garra y los miraba con el rostro crispado
por la ira.
 �Me han robado la cuerda con la que ten�a sujeto al hechicero!  rugió .
�Qu� sab�is vosotros de esto?
 No te entiendo  dijo Elric. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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