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su cumplimiento la función y el derecho de los cristianos de ejercer el apostolado.
111. Los fieles de Cristo de la Prelatura siempre tendrán presentes en el apostolado estas
cosas:
1.° El celo con que nos inflamamos busca sólo esto, es decir, que todos nos dirijamos como de
la mano, con Pedro, a Jesús por medio de Maria;
2.° Estamos organizados en favor de una multitud. Pues no existe ningún alma a la que no
queramos estimar y ayudar, haciendo nosotros todas las cosas para todos (cfr. 1 Cor. IX, 22).
No podemos vivir olvidando los cuidados y necesidades de todos los hombres, porque nuestra
solicitud abarca a todas las almas: pasando una vida oculta con Cristo en Dios (cfr. Col. III, 3),
debemos ser como el fermento latente en la masa de la sociedad humana y que se entremez-
cla hasta que está toda fermentada (cfr. Matth. XIII, 33).
112. Los fieles de la Prelatura deben proponerse, siempre y sobre todas las cosas, establecer
para su cumplimiento su fin personal de santificación y apostolado, cumpliendo fielmente las
normas ascéticas, formativas y disciplinares del Opus Dei, por lo que son ayudados perfecta-
mente en el esfuerzo de conseguir los propios oficios profesionales, familiares y sociales, ofre-
ciendo de esta manera un testimonio constante del sentido cristiano de la vida humana, y difun-
diendo el mensaje de Cristo en todos los ámbitos de la sociedad, a aquellos no excluidos, a los
que llega difícilmente el ordinario trabajo apostólico de sacerdotes y religiosos.
113. Los fieles de la Prelatura, habiendo persuadido su peculiar apostolado para progresar a
partir de la propia vida interior y del amor hacia el trabajo humano, que deben fundirse y com-
penetrarse en la unidad de la vida, deben esforzarse especialmente para santificar su trabajo y
conseguir esto con la máxima perfección humana posible, ordenen según la voluntad divina y
dispongan para la salvación de las almas, en primer lugar las de sus colegas de profesión. Por
esto la intensa actividad apostólica de éstos no tiene medio de manifestarse, uniforme ni exclu-
sivo, porque está arraigado en la misma variedad de circunstancias que lleva consigo el trabajo
humano.
114. Además del apostolado del testimonio y del ejemplo, evidenciados por una congruente
vida personal de unión con el Señor, los fieles de la Prelatura deben esforzarse para hablar
también con palabra clara sobre Dios, difundiendo la verdad junto con la caridad, en un cons-
tante apostolado doctrinal y catequético, acomodado a las peculiares circunstancias de las per-
sonas con quienes trabajan y conviven.
115. El Apostolado de los fieles de la Prelatura se dirige a todos los hombres, sin distinción de
origen, nación o condición social, para que los cristianos sean invitados, formados y ayudados
para responder al llamamiento universal a la santidad en el ejercicio de su profesión y en el
cumplimiento de las funciones de su propio estado, y para que también aquellos que aún des-
conocen a Cristo, reciban el testimonio de su mismo ejemplo y sus palabras, y se preparen de
esta manera para recibir la gracia de la fe.
116. Por su vocación divina, los fieles cristianos de la Prelatura ponen mucho interés en elevar
al orden sobrenatural el sentido del servicio hacia los hombres y la sociedad, con el que se
debe realizar cualquier trabajo profesional. Seguidamente tendrán delante de sus ojos la fecun-
didad del apostolado, junto a personas de condición intelectual, que, por la doctrina con la que
sobresalen, o por las funciones que ejercen o por la dignidad con la que se distinguen, son de
gran peso para prestar servicio a la sociedad civil. Por esto los fieles de la Prelatura trabajarán
con todas sus fuerzas para que también aquellas personas se adhieran a la doctrina y precep-
tos de Cristo Señor y la lleven a la práctica.
117. Los fieles de la Prelatura que, para volver al apostolado más eficaz, se esforzarán por dar
ejemplo cristiano en el ejercicio del propio trabajo profesional de cada uno, y en el propio
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